"Fracking": Un horizonte plagado de incógnitas
- Álvaro Negrillo
- 26 dic 2017
- 3 Min. de lectura
La técnica de explotación de hidrocarburos no convencionales por fracturación hidráulica horizontal o, como comúnmente se le denomina, fracking no ha quedado exenta de la polémica que generan las repercusiones medioambientales de sus operaciones.

El proceso comienza con la excavación vertical de un pozo a gran profundidad (normalmente entre los 3.000 y 5.000 metros) hasta alcanzar la capa de roca generadora. Llegado a este punto, el sondeo cambia a orientación horizontal, excavando entre 1 y 1,5 kilómetros de longitud, permitiendo explotar una considerable extensión de la capa con tan solo un pozo. A partir de aquí, se retira todo el material y maquinaria de perforación, y se entuba y cementa la excavación, quedando la obra lista para empezar el proceso propiamente dicho de fracturación hidráulica. Este comienza con unas ligeras explosiones que fracturarán la roca, seguido de la inyección de una mezcla de agua, arena y aditivos, los cuales van a permitir que la roca siga “abierta” cuando ceda la presión que ejerce la mezcla. Una vez reproducido este proceso a lo largo de toda la capa generadora, se retira el agua inyectada, permitiendo que el gas contenido en la roca salga a superficie.
Pero ¿es necesario todo este complejo procedimiento? La respuesta es sí, ya que los yacimientos no convencionales se caracterizan por que el recurso, en este caso el gas, no consigue migrar hacia capas de roca superiores, quedándose retenido en la capa generadora, normalmente formada por lutitas, pizarras o esquistos, caracterizadas por su baja permeabilidad. Es aquí donde entra en juego el fracking, como la técnica mejor cualificada para explotar este tipo de recurso.
Es cierto que así se conseguirían aumentar las reservas de gas y petróleo mundiales hasta valores que hace unos años eran impensables, disminuyendo la dependencia de ciertos países como España (donde se han estimado unas reservas autóctonas de gas que podrían cubrir la demanda de los próximos 70 años). Además, cabe destacar que las emisiones atmosféricas del gas son muy inferiores que las de los tan utilizados derivados del petróleo, lo que es una gran ventaja, sobre todo ahora con los actuales problemas de la contaminación del aire en las grandes ciudades.
Aun con todos estos motivos, los impactos ambientales del fracking han tenido un peso mucho más importante que todas las ventajas anteriormente citadas. Las posibles consecuencias asociadas (contaminación de acuíferos, sismicidad inducida, fugas de metano, consumo masivo de agua, etc.) han generado un estado de alerta en la población de las zonas afectadas. Tener a la opinión publica en contra ha hecho que esta técnica innovadora haya tenido que lidiar con asociaciones de vecinos, agricultores o ganaderos, y partidos políticos.

La verdad es que actualmente no se está acometiendo casi ningún proyecto de fracturación hidráulica. Las empresas canadienses interesadas, como BNK, han renunciado a sus permisos de explotación y han abandonado toda actividad en España. Muchos pueden pensar que las presiones de las organizaciones anteriormente citadas han conseguido su propósito de ahuyentar a estas grandes empresas, pero lo cierto es que el factor económico ha jugado un papel fundamental. Justo cuando el fracking alcanzaba sus costes de producción mínimos y se esperaban rentabilidades muy superiores a las acontecidas hasta la fecha, el precio del barril de petróleo se hundía (llego a estar en los 27 US$ en el año 2015), haciendo mucho más atractiva la compra de crudo que la explotación de gas no convencional.
En la actualidad, la curva de aprendizaje de esta tecnología ha conseguido que sea rentable a precios de barril iguales o superiores a los 40 US$, por lo que estando el precio del crudo entre los 50 y 60 US$ el barril en 2017, es ahora cuando verdaderamente sabremos si las empresas vuelven a España, obviando el factor de oposición social y primando el económico, o siguen reacias a reaparecer, habiendo conseguido los grupos de presión su objetivo de preservar el entorno natural.
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