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Entrena tu cerebro: aprende a tocar un instrumento

  • Esther Rodríguez Gallardo
  • 18 dic 2017
  • 2 Min. de lectura

¿Es la música la mejor herramienta para ejercitar nuestro cerebro? No hay duda, numerosos estudios lo corroboran. Según la neouropsicóloga Catherine Loveday, de la Universidad de Westminster “La música hace algo probablemente único: estimula nuestro cerebro de una forma extraordinaria, debido a nuestra conexión emocional con ella. Llega a partes del cerebro que difícilmente se pueden estimular de otra manera”.


Al contrario que los juegos Brain-training, con los que nos creemos que podemos mejorar nuestras capacidades cerebrales, y las múltiples apps para ejercitar la mente que inundan internet actualmente; sí está demostrado que la música produce esta mejora en nuestro cerebro.


La neurociencia compara el tocar un instrumento con un entrenamiento de todo nuestro cuerpo, ya que usamos la parte visual, auditiva y motora de nuestro cerebro, pudiendo así procesar mucha información diferente de manera simultánea. Al tocar un instrumento estimulamos los dos hemisferios cerebrales: el izquierdo, más relacionado con los procesos lingüísticos y matemáticos, y el derecho que se encarga de procesos más creativos. A la vez se estimula también el cuerpo calloso, encargado de la comunicación entre ambos hemisferios.

El aprendizaje musical es un proceso muy enriquecedor y complejo que implica muchas áreas diferentes del cerebro. La música genera endorfinas (la hormona de la felicidad), lo que contribuye a mejorar el área cerebral en la que se encuentran el placer, la motivación y la recompensa. Mejora la atención y la concentración, ya que tocar un instrumento conlleva tener muchas cosas en cuenta: leer la partitura, mover los dedos de manera independiente, reaccionar a la música, etc. pero sobre todo nos enseña a ser constantes y disciplinados. También favorece el desarrollo de la creatividad y la memoria; según estudios recientes, los músicos crean y archivan recuerdos de forma más rápida y eficiente, ya que los clasifican con diferentes etiquetas conceptual, auditiva, emocional y contextualmente, siendo así más fáciles de recordar y encontrar cuando los necesitamos. Además, al estar implícitas las emociones al tocar, nos ayuda a un mejor manejo de nuestros sentimientos. Cuando el aprendizaje se realiza a edades tempranas, ayuda al desarrollo de las habilidades motoras y rítmicas, es decir a la coordinación de movimientos, ya que tocar un instrumento implica realizar muchos movimientos al mismo tiempo.


Recientemente se ha demostrado que la música facilita la rehabilitación en pacientes que han sufrido embolias y otros daños cerebrales, tales como Alzheimer, Parkinson, autismo, etc. Actualmente se están llevando a cabo diferentes investigaciones para tratar de demostrar que también puede ayudar a mejorar la dislexia y otros problemas del lenguaje en niños. Aprender a tocar un instrumento no solo implica un mayor desarrollo en el cerebro, sino que además, si se practica de forma constante, lo protegerá contra el deterioro cognitivo y la demencia.


Después de leer todos los beneficios que conlleva este aprendizaje… ¿A qué esperas para empezar?


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