Las peligrosas consecuencias de crear montones de piedra en las playas
- Carlos Cano
- 7 dic 2017
- 2 Min. de lectura
Los montones de rocas se han venido haciendo durante siglos en culturas como la budista y la taoísta en Asia, en las culturas andinas de América y en la cultura celta de Irlanda y Escocia, como símbolo de equilibrio o para marcar lugares sagrados. En otros lugares suelen apilarse piedras para indicar caminos o delimitar una propiedad. Sin embargo, en muchas playas del mundo, han comenzado a aparecer montículos que han sido formados por los turistas con el objetivo de decir “Fulanito estuvo aquí”. Esta estúpida moda ha llegado también a España, siendo palpable sobre todo en las costas de Baleares.
Puede parecer que esta costumbre es inofensiva, pero no es así, sobre todo debido a la gran densidad de montículos que hay en determinadas zonas. Estas torres alteran un ecosistema ya de por sí frágil, debido a condiciones ambientales estresantes como la elevada radiación y la alta salinidad. Las piedras crean microambientes que permiten el crecimiento de plantas que de otro modo no podrían asentarse y desarrollarse en zonas costeras, además de servir de refugio para la fauna del lugar. Si se alteran estas condiciones con la creación de montones piedras la vegetación desaparece rápidamente. De este modo se produce una ruptura en la cadena alimenticia, pues si las plantas se secan los insectos desparecen, y estos son el plato preferido de reptiles y aves.
Txell Sabartés y Lalo García han rodado un minidocumental en Menorca denunciando este acto que se ha convertido en costumbre, y que está acarreando consecuencias ambientales muy negativas en las costas de la isla. Aunque aún no existen leyes que prohíban esta actividad, el gobierno de Menorca ya ha colocado carteles de advertencia en las playas, y en la vecina isla de Formentera se han organizado excursiones para desmontar los montículos.
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